La psicología de comprar y vender una casa

Es un incontestable:  En la compra o venta de una vivienda el componente emocional pesa mucho más que en cualquier otro tipo de inversión que podamos realizar

Nuestro hogar es nuestro refugio del mundo, un lugar para vivir en soledad, o para convivir con nuestra familia, y, para algunas personas, una inversión que esperan que les devuelva un importante retorno. Nos enamoramos de las casas de una forma totalmente diferente de la que podemos hacerlo de una cartera de acciones y bonos.

Con demasiada frecuencia, sin embargo, no nos damos cuenta de que lo que sentimos sobre las viviendas que visitamos nos ciega cuando llega el momento de comprar o vender. Dejamos que nuestras emociones pasen por encima de los hechos fríos de el mercado o las realidades de la propiedad. En ocasiones, priorizamos un conjunto de necesidades emocionales sobre otras que son mucho más racionales, y que aunque evidentes, no les prestamos atención. Y el ignorarlas puede llevarnos a tomar malas decisiones financieras que nos pueden afectar en las próximas décadas.

Por ejemplo, la gente puede centrarse en su deseo de una casa de cierto tamaño y estilo, priorizando que sería perfecta para pasar más tiempo en familia. Así, ante la visión de la vivienda que se adapte a su visión idílica de convivencia, un comprador puede obviar la lejanía de ésta de su lugar de trabajo habitual o de su círculo de relaciones, y el tiempo de traslado desde el domicilio a la oficina o a los lugares de recreo, quitando estas horas de la principal causa que provocó la compra de la vivienda: la convivencia familiar.

Si por el contrario nos ponemos en la piel del vendedor, en muchas ocasiones los propietarios de viviendas tienen una visión demasiado «edulcorada» de su hogar y esperan que aumente en valor mucho más allá de las expectativas razonables. Y cuando la ponen en el mercado, a menudo se aferran obstinadamente a su precio de venta, aunque eso signifique dejarla a la venta mucho más de lo previsto y arriesgarse a no venderla en absoluto.

En los siguientes párrafos os mostramos que errores psicológicos que los compradores y vendedores cometen al realizar una incursión en el mercado inmobilliario.

Ignorar el panorama general

Al proponerse la compra de un nuevo inmueble, los compradores van en busca de ciertas características únicas (una jardín extenso, o una terraza soleada), que creen que les hará conseguir la felicidad en su nuevo hogar. Y en la búsqueda de esa característica en ocasiones se obvian otras que pueden hacer que la compra derive en fracaso. Por ejemplo, adquirir una casa lejos de nuestro grupo de amigos habitual puede provocar cierto sentimiento de frustración en el nuevo hogar.

Los gastos; una asignatura pendiente.

.Las personas que se plantean la compra tienden a dividir sus gastos de forma individual y no sumar el costo total de todo lo necesario para arreglar y amueblar la casa. Eso puede llevarlos a tomar malas decisiones sobre cuánto pagar por su nuevo hogar. Por ejemplo, pueden gastar más en un pago inicial y quedarse sin dinero suficiente para comprar el tipo de decoraciones o muebles que quieren.

Sopesando…. Compro o alquilo.

La mayor preocupación presupuestaria es, por supuesto, si nos decidimos por la opción de compra. Las investigaciones demuestran que hay beneficios psicológicos en el momento de tomar esa decisión, y que el nivel de autoestima aumenta de forma considerable. Y es que comprar una casa puede darle a la gente un impulso psicológico haciéndoles sentir que han llegado a cumplir su sueño. Los propietarios también pueden sentirse como si tuvieran más control sobre sus vidas, ya que no dependen de los caprichos de un propietario inconstante.

Pero mientras que esos factores pueden llevar a la gente a comprar una casa, hay otros elementos negativos que los propietarios no descubren hasta después de haber tomado su decisión.

La misma investigación, por ejemplo, ha demostrado que la propiedad del hogar puede causar estrés innecesario. La cantidad de trabajo necesario para mantener un hogar, como decorar o cortar el césped cada fin de semana, puede ser demasiado para algunas personas. Otros pueden quedar abrumados por el aspecto financiero de la propiedad, como estar atado a una gran hipoteca mensual, o mantenerse al día con las reparaciones y otros costos imprevistos.

Esperando un gran retorno.

Cuando se trata de vender una casa muchos son demasiado optimistas en sus expectativas de precios. Al comprar una vivienda como inversión muchos compradores  tienen expectativas de precios extremadamente altas a largo plazo. Eso puede llevar a adquirir una vivienda esperando obtener un rendimiento, que después con el paso de los años se demuestra que no es real. O pueden apostar sus planes -como la jubilación- en una operación que piensan como complemento en ese determinado momento. Y ya, a mayor escala, este exceso de optimismo puede conducir a auges especulativos que distorsionan el mercado.

No quiero perder dinero!!

Tenemos muchas razones que nos impulsan a fijar los precios de la casa que queremos vender . Pero la causa principal a la hora de fijar ese precio es  la aversión a la pérdida-no querer vender una casa por menos de lo que pagamos por ella.

Los propietarios se aferran al precio que pagaron por su casa con la esperanza de que puedan obtener más cuando la ponen en el mercado. Pero esa no es la mejor idea, ya que la evolución del mercado ha variado los precios de la inversión que en su día hicimos. Y si bien es cierto que en algunos casos si que se ha producido una revalorización, en la mayoría de ellos el precio actual del mercado no tiene nada que ver con el que una persona realmente pagó por ello.

Las personas que obstinadamente se adhieren a un precio de venta por encima del valor de mercado de riesgo no vender su casa en absoluto.

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